Terapia


¿QUÉ ES UN PSICÓLOGO?

El psicólogo es un experto en la conducta humana. Su labor se asemeja la de un entrenador personal que selecciona minuciosamente, enseña y programa una serie de técnicas y estrategias que, llevadas a cabo de una forma precisa, no sólo ayudan al cliente a superar aquello que lo trajo a consulta sino que incorporan un paquete de recursos psicológicos con los que se enfrentará de forma más deseable en futuras ocasiones.

 

¿EN QUÉ CONSISTE UNA TERAPIA?

Una terapia supone, ni más ni menos, un proceso de aprendizaje. Dependiendo del motivo de consulta, así como de las características de cada caso, se aprenderán y entrenarán unas habilidades muy concretas que ayudarán a afrontar de manera adecuada el problema, dificultad o razón por la que se ha solicitado la ayuda.

FASES DE LA TERAPIA

Dentro de la terapia psicológica, podemos distinguir cuatro fases:

  1.  Evaluación
  2.  Hipótesis
  3.  Terapia
  4.  Seguimiento

Durante las primeras sesiones, perseguimos el objetivo de entender a nuestro cliente y averiguar cómo se originó el malestar o problema, por el cual acude a consulta, y por qué se mantiene en el tiempo. Se trata de precisar qué mecanismos están operando en el mantenimiento del problema. Esta fase de evaluación adquiere una especial importancia, pues supone los cimientos en base a los cuales vamos a construir la terapia y va a orientar el trabajo que vayamos a realizar.

Durante la fase de hipótesis y en una única sesión, devolvemos toda la información de la que disponemos pero desde una perspectiva psicológica. Es el momento en el que respondemos a las diferentes cuestiones en relación con el motivo que trae al cliente a nuestra consulta. Nuestro objetivo es que el cliente comprenda qué es lo que está causando y manteniendo el problema y que conozca en qué va a consistir la terapia.

A lo largo de la tercera fase, la de terapia, psicólogo y cliente trabajan en el aprendizaje y puesta en marcha de técnicas y estrategias concretas con las que superar el problema. Estas técnicas se aprenden en sesión y se practican entre sesiones. El psicólogo guía los esfuerzos del cliente con tal de cumplir los objetivos propuestos.

Por último, durante la fase de seguimiento

 

¿CUÁNDO PEDIR AYUDA A UN PSICÓLOGO?

A lo largo de nuestra vida, pasamos por momentos verdaderamente difíciles y que, en la mayoría de ocasiones, muchas personas son capaces de afrontarlos de manera satisfactoria. Sin embargo, en algunas otras ocasiones, tenemos la sensación de que no disponemos de los recursos personales necesarios para resolver ciertas dificultades o adversidades. De tal manera, el malestar emocional puede llegar a darse frecuentemente, prolongarse durante demasiado tiempo o ser muy intenso, sintiéndonos especialmente tristes, nerviosos, irascibles, etc. También es posible, que el problema esté afectando a una o varias áreas de nuestra vida: pareja, familia, trabajo, salud, calidad de vida, alimentación, sueño… Una vez hayamos advertido esto, es buen momento para ponernos en contacto con el psicólogo.

Otras veces, nosotros mismos no percibimos que pueda haber un problema. Sin embargo, otras personas que conviven con nosotros (familiares, amigos u otros especialistas) insisten en afirmarlo y nos recomiendan la visita al psicólogo. Éste también sería un buen motivo por el que estudiar si, de verdad, existiera algún problema. La opinión de un profesional puede ayudar a resolver esas dudas y, en caso de que sea necesario, ofrecer los servicios que se requieran en cada caso y/o asesoramiento.

Los motivos que pueden llevarnos a terapia son muy diversos. No obstante, siempre que éstos se den con una frecuencia o con una intensidad mayor a lo deseado o que perdure por un periodo de tiempo mayor a lo esperado, es recomendable acudir a terapia, ya seamos nosotros mismos u otras personas quienes hayan detectado esta necesidad.

 

¿CUÁL ES LA METODOLOGÍA DE TRABAJO?

 

 

 

OTRAS PREGUNTAS FRECUENTES

contactus

¿Qué se puede tratar en la terapia?
¿Qué tipo de personas pueden beneficiarse más de la terapia?
¿Con qué frecuencia debo acudir a la terapia?